lunes, 3 de mayo de 2010

El Rif: ChefChauen

Que pueblo tan precioso es Chefchauen con sus casas encaladas de azulín, sus callejuelas laberínticas, su plaza con las terrazas donde comer, o tomar un té. La alcazaba con su muralla y la gran mezquita presiden la plaza, pero uno no puede perderse los pequeños hoteles con nombres de ciudades españolas y a veces europeas. 





Encaramada en la ladera de las montañas del Rif, perezosa y encantadora, sus habitantes dejan que el tiempo transcurra lentamente sin que para nada altere el ritmo de sus vidas. Solo la visita de los turistas que aportan la mayoría de sus ingresos puede alterar algo la vida normal de estas gentes.










Uno no puede despedirse de este encantador pueblo sin pasar por la Pasteleria de Aziz, donde se pueden degustar los mejores pasteles de la zona, y un buen café o té. He aquí mis queridos compañeros de viaje, unos desconocidos que se dejaron querer y que me permitieron acompañarlos en una aventura inolvidable.


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